Dos
lágrimas recorren mi mejilla cuando cada vez recibo la
“paga” mensual que percibo como “minusválido” (¿acaso
soy “memos valido” que muchas de las personas que conozco?).
Con semejante cantidad, y escoltado por mis padres (yo solo no
me atrevería), voy a ingresarlo al banco... ¡Que error!.
Me
dirijo a la sucursal que el Banco Central Hispano, (pero en casi
todos los bancos ocurre) tiene en la calle Pedro Laborde. Ahí
empiezan realmente mis problemas. Para acceder, la entrada tiene
un escalón, prácticamente insalvable. Quizás sea fácil para
Pérez de Tudela, pero para
mi no... Ayudado por mis progenitores, y levantándome de la
silla (por suerte puedo ponerme en pie), consigo salvar el escalón.
¡Ya casi he entrado!. Para acceder, hay un sistema de
seguridad. Para abrir una puerta, la otra debe de estar cerrada.
Además, la silla no coge. ¡Vaya faena! Sólo, sin ayuda
, agarrado a las paredes, me coloco dentro. Mi madre abre la
segunda puerta, la que da acceso
al interior... Yo sólo sería incapaz.
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En
la oficina bancaria, los problemas no han acabado. Tengo
que arreglar unos “papeles”. He de pasar a una mesa,
en el fondo, donde una señorita me atenderá. Pero
claro, montado en mi silla no puedo hacerlo. Además,
hay 2 (dos) escalones, el espacio entre mesas es
estrecho... Levántate y que te ayude tu madre (creo que
el día que desgraciadamente falte, se me acabo cobrar
mi “pensión”). Soluciona los problemas, Para salir
otro espectáculo...
Me
surgen las dudas. ¿Los bancos, cajas de ahorro,
entidades financieras en general... lo hacen como medida
de seguridad? ¡Que gran éxito!. De un “plumazo” y
sin que apenas nos demos cuenta, han evitado que miles
de personas con discapacidad les atraquen. Imaginaros
una escena, digna de formar parte de una película de
Almodóvar... Un grupo de discapacitados planea el
asalto a una oficina bancaria. |
En
principio, descartarían todas aquellas que tuviesen próxima
una zona de subida. Buscarían una en la que hubiera próxima
una cuesta abajo que les facilitase la huida. Una vez elegida la
entidad, para acceder a su interior, deberían pedirle ayuda al
guardia jurado de la puerta. Les ayudaría con los escalones y
les sujetaría estas. Una vez en el interior, el asalto. Para la
huida lo mismo. Ayuda al guardia jurado...
Por otra parte Gobierno, Comunidades autónomas, etc..
con sus pensiones evitan que las gastemos en actividades que
representen algún tipo de vicio. Evitan que “fumemos”
(apenas llega para tabaco), y que por lo tanto colapsemos los
hospitales con enfermedades propias del consumo. Los propios
centros médicos, hospitales, clínicas, sanatorios... ¡parecen
diseñados para la gente “sana”!.
¡En
el fondo les tenemos que estar agradecidos! Los Ayuntamientos
tienen en sus localidades numerosas tiendas, bares, cafeterías,
locales de ocio... donde es prácticamente imposible el acceso
para la mayoría de los discapacitados. En resumen, si tienes
dinero (difícil) no puedes ahorrar, puesto que no lo puedes
meter en el banco, pero tampoco lo puedes gastar porque ¿dónde
y en que? No es de extrañar que pronto
veamos a numerosos discapacitados regalar dinero por las
calles.
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