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DEFINICIÓN

 

“- ¡Eh!, “minusválido”.

Me suena a insulto. Preocupado marcho a casa. Consulto (como es propio...) el diccionario. Es un Larousse (edición de 1997), que dicen que es de los “buenos” y encuentro fácilmente la definición (no hay que tener un “Master” para hacerlo). Dice así: “palabra compuesta de la preposición latina “minus”, que significa menos, y del vocablo válido. Discapacitado” En definitiva, un “minusválido” es una persona menos apta, capaz, legal... ¿pero menos apta, capaz, legal que quien y para qué?. Consulto otro tipo de Diccionarios, esta vez “electrónicos”. Consulto Salvat, Planeta&Agostini y Encarta... el resultado es el mismo... ¡Maldita “palabreja”! Todos somos menos válidos, (sí, incluso usted) dependiendo de con quien nos  comparemos. No se salva ni Superman, puesto que se ve afectado por la “kriptonita”...

Muchos dicen, que no les importa como se les llame. La situación va a seguir siendo  la misma... seguirán teniendo problemas a la hora de encontrar un trabajo, coger los transportes públicos, acceder a una vivienda “digna”, tener momentos de ocio... Quizás tengan razón, pero pensemos por un momento en algunos ejemplos, que quizás nos aclaren un poco el  tema...

Dos personas ven una silla. La silla tiene cierto tiempo. Los años han dejado huella de su paso... Uno dirá: “Es una silla vieja”, el otro dirá “Es una silla antigua”. Los dos están viendo la misma silla, ambos la han descrito de forma correcta, han dicho lo que veían,  pero lo que perciben y nos transmiten no es lo mismo. Mientras que a la “silla vieja” la despreciamos, la “silla antigua” parece adquirir un “especial” valor... Las dos personas han visto la misma silla... ambos nos la han descrito de forma correcta... pero parece que tenemos la sensación de que se trata de dos sillas distintas... Una inservible, un “estorbo”, un trasto... y la otra una silla que puede tener un cierto valor. ¿Qué ha cambiado al describirlas? Únicamente el adjetivo calificativo empleado en su definición...

Pensemos en otros ejemplos un “viejo” y un “anciano”, un “maricón” y un “homosexual”, un “subnormal” y un “deficiente psíquico”... la lista sería interminable.

En castellano, existe otra palabras, a mi corto parecer, mas lógica, menos peyorativa (al menos no suena a “insulto”), y según los diccionario (repito lo de según), sinónima de la anterior, y que se ajusta mas a la realidad: “discapacitado” (El prefijo “dis” indica anomalía, mal funcionamiento...). Por tanto un DISCAPACITADO es una persona que tiene alteradas sus capacidades, pero que por supuesto no es mas ni menos que nadie...

Esta “reflexión” la ha hecho un discapacitado, pero me pregunto, ¿Podría hacerla un “minusválido?

Por otro lado, la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) hace una distinción (a mi corto entender no muy clara) entre minusválido, discapacitado, incapacitado... ¿En España se le hace caso? El IMSERSO tiene los CRMF (Centros de Recuperación de Minusválidos Físicos), existen los “Certificados de Minusvalía”, las noticias y programas de TV, la prensa, radio... Los señores miembros de la Real Academia Española de la lengua, estarán “orgullosos” de la inclusión de este término en el diccionario de la institución. Seguramente (fijo) tendrán  mucha mas cultura que yo. Sabrán mucho mas que yo sobre infinidad de asuntos, pero en otros actúan como verdaderos “minusválidos” (dicho sea con todos mis respetos, y sin ánimo  de ofenderles, cosa que no creo hacer aplicándoles el calificativo. A mi, y a numerosos miembros del colectivo nos lo llaman “gracias” a ustedes).

Pero el tema de la discapacidad (no minusvalía) hay que vivirlo mas de cerca. ¿Han probado ustedes lo cómodo que se circula sobre una silla de ruedas? ¿Han intentado hacer la vida normal, que políticos se empeñan que llevemos, y que gracias a ellos podemos llevar?... Podrán entonces decir, sin temor a equivocarse, si una persona que sea menos válida puede hacerlo.

Entramos en el mundo laboral. ¿Un empresario te contrataría si en el nombre del currículum pones “navajero” Lucas? ¿Es importante el nombre (mote, apodo...) con el que te des a conocer a los demás? ¿Cómo puede un empresario confiar en una persona “menos válida”? Si careces de trabajo, careces de dinero. Si careces de dinero, es fácil que carezcas de lo demás...

Una vieja canción, dice en su letra “Tres cosas hay en la vida... salud, dinero y amor...” Si partimos del hecho de que carecemos (mas o  menos) de salud, con la pensión (no contributiva) no nos permite el lujo de disponer de dinero, y el amor (algunas minusvalías producen repulsa de la sociedad) se limita en la mayoría de los casos al recibido por los padres... ¡Que “narices” hacemos aquí.

Jose Luis Perales Martínez