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CONFIESO QUE HE VIVIDO

 

Confieso que he vivido... No se quién lo dijo. O quizás sí lo sepa, pero eso me da igual. Queda bonito, es una bonita frase...

Cuando leáis esta carta ya no estaré aquí. Me habré marchado “para siempre”. Ya no supondré ningún estorbo para nadie... Recordadme, no sintáis ninguna culpa. No sois vosotros los culpables (es un “privilegio” del que no gozaréis). Si hay que echarle la culpa a alguien es a la sociedad... Sí, ella me ha “marginado”, ha hecho que me sintiera “diferente”, sólo porque no soy como ellos esperaban. Es cierto que ahora me muevo en una silla de ruedas, pero no siempre ha sido así...

Foto del simbolo del minusválido

Haciendo un recorrido por mi vida, quizás comprendáis porque he llegado a esta situación. Ya no puedo “ir de juerga” con vosotros, o acaso es lo que creéis. Si ahora soy estúpido, (que es lo único que podéis alegar), antes también lo era, y sin embargo... 

Pero claro, antes era diferente. O lo creéis así... Cuando caí enfermo, fuisteis muchos las personas que acudisteis al hospital. Al Gregorio Marañón. Erais más de 300 (lo sé por lo que me lo han contado) los primeros días. Pero entré en coma... Al mes, el grupo había quedado reducido. Ya erais sólo 150. Al mes y medio erais 75, a los 3 meses 50, al medio año 20, a los 8 meses 10. Cuando salí ibais a yerme a casa, ahora ni siquiera me llamáis por teléfono... ¿Es tan difícil?. ¿Os he fallado en alguna ocasión?. Creía que tenía “amigos”, pero eso me demostró que erais sólo “conocidos”. No quiero ponerme trágico, pero ni siquiera “la familia” ha respondido. Sólo mis padres. Ellos si han respondido... y lo siguen haciendo (al fin y al cabo es lo que realmente me importa).

Pero sigamos haciendo un recorrido por mi vida. Los tiempos de colegio quedan ya muy lejanos. Solamente tengo vagos recuerdos. Sé que era buen estudiante, bueno no lo sé, pero las notas así lo indican. Todo sobresaliente, aunque jamás di un “palo al agua”. Soy un “privilegiado”. Después fui al Instituto. A estudiar Electrónica, aunque de pequeño siempre decía que quería ser Arquitecto... Allí conocí a gran parte de mis “amigos” (a vosotros). 

Al principio y al final, todo marchó normalmente. Intenté integrarme en el grupo, y creo que lo conseguí. El “Pepino”, el “Mogollón”, el “Hinckley”, el “Despistao”, el “Punkie”,... y ella. Era raro que una “chica” estudiara Electrónica... Pronto llegué a ser el “líder” de todos. No fue difícil. Llegué, incluso, a ser el Representante de los Alumnos en el Consejo de Dirección. Bonito cargo. Quedaba con “vosotros” a diario. Los fines de semana también. A diario íbamos a un Pub en Martínez de la Riva. El Aperos. 

Allí cogimos grandes “borracheras”. Tonteabamos con niñas... Los fines de semana podíamos “caer en cualquier lugar”. 


Mientras escribe esta carta de despedida, está cargando su “pistola”. Una AMSTRAD de 9 mm. Es bonita. Tiene un color metalizado que la hace especial. He metido el cargador. Ha entrado con suavidad, como si fuera consciente de su función. Jamás había reparado en ello, pero una pistola es realmente bonita. Y útil...

Foto de una pistola plateada
Foto de una cafetería

Me puse a trabajar... En una cafetería-restaurante en Moratalaz. Me apunté, en nocturno, a “Equipos de Informática”. Tenía “convalidadas” casi todas. Como había terminado Electrónica Industrial solamente tenía cuatro asignaturas... Después del trabajo tenía que asistir a clase... Pero en la puerta estaba el “Punkie” y el “Hinckley”, y a mí me apetecía mas ir a tomar algo con ellos que entrar a clase. Ir al Aperos Pub... Ella estaba “saliendo” con otro compañero.
Introduce el cañón de la pistola en su boca. Es ilógico, pero sintió el frío del cañón en él...

Marché a la “mili”. Estuve una semana en Badajoz, En el Castilla 16. En el cuartel de Sancha Brava... Echándole “morro” (como casi siempre) conseguí estar siete días de “vacaciones”. Luego me trajeron a Leganés, Al Saboya 6. No hice ninguna “guardia”, y si tuviera que pagar ahora todo lo que comí, bebí, llamé por teléfono, y rapiñe, aún estaría “picando piedra”... 

Foto de un escuadron de militares

Por entonces, no sabía nada de ella... Terminé el Servicio Militar y me puse a trabajar. Rojo, un vecino, me había dicho que en su lugar de trabajo (una empresa de máquinas recreativas) necesitaban gente... Yo estaba preparado. 

Foto del cartucho de balas de una pistola

Tenía los conocimientos (había terminado Electrónica Industrial), ganas de trabajar, y aquello me daría cierta “independencia económica”. ¡Además de lo que pudiera aprender!... Me hicieron un contrato de un año. Tenía suerte. Había terminado el Servicio Militar en Septiembre del año 87, y el 1 de Enero del 88 empezaba a trabajar... No sabía nada de ella. Se podría decir que la había olvidado, pero estaba en mi subconsciente...Apretó con firmeza la culata de su revolver. La noto fría, como la expresión de un muerto. Creyó que ya no había marcha atrás. Acerco los dedos al gatillo...El 27 de Febrero (maldito día amaneció), Sábado a mediodía, caigo enfermo... Un “derrame cerebral”. Rápidamente me trasladan al Hospital Gregorio Marañón. 

Entro “cadáver”. No hay que tener miedo a la muerte. Yo la he visto cara a cara y no es tan trágico... La prueba que realizan a mi entrada, da un gráfico plano. La insistencia de mi madre, y no sé bien a que achacarlo, consigue que los médicos se “atrevan” a operarme. Se inicia la “peregrinación” de todos al Hospital. “Está muy grave, pobrecillo”. Salgo de la operación. Estoy en coma. Me trasladan a la “Unidad de Cuidados Intensivos”.No hablo, me ayuda a respirar un aparato... 

Foto del hospital Gregorio Marañon

“Cuando los médicos se aburrían” me operaban. Permanezco ingresado nueve meses, dos semanas, dos días, veintiuna horas y treinta minutos... El día 15 de Noviembre se atreven a operarme. Hasta entonces había estado “muy débil”. He estado en “coma”, y he pasado a la situación de “puntos suspensivos”. Es el día 16 de Diciembre. Me dan el “alta”. 

Foto de dos ambulancias

Una ambulancia me traslada a mi domicilio. Con mi llegada a casa, recibo la visita de mucha gente... Es la “novedad”. Sigo sin saber nada de ella. Quizás la haya olvidado...
La estancia en casa es monótona... De la “cama” al “sofá”, del “sofá” a la “cama”... He engordado, y mi aspecto difiere mucho al del de aquél “chaval” que se comía sus “roscas”. 

En el año 97, mi hermano lee en un periódico del distrito, la existencia del CRMF. Echo la instancia oportuna en el «Centro Base” de la calle Melquiades Biencinto. Eran las primeras fechas del año, y yo no tenía grandes esperanzas... A mediados de Mayo, me llaman por teléfono. Es del CRMF, de la Asistente Social. Me comunica que puedo bajar a “que me vean” y conocer el sitio. Bajo con mis padres. Veo el sitio. Me gusta, pero pienso que mi ingreso es “casi imposible”. Tengo la entrevista con la “profesional”. No me veo muy bien. He olvidado, o procurado olvidar, todo lo que fui. Todo lo que había sido, lo que había hecho... Regreso a casa. Tras ver una puerta abierta, regreso a la monotonía diaria... El verano transcurre sin aparentes problemas. Había olvidado lo anteriormente vivido. En Noviembre vuelve a recibir una llamada de teléfono. 

Es del CRMF. Me esperan en Enero para realizar el ingreso. Algo cambia en la concepción de mi vida. Acudo a la “cita” el día señalado. Estoy “gordo”, no soy independiente para las “labores habituales” de una vida normal... Me incorporan al curso de Aplicaciones Informáticas. Es mi primera “toma de contacto” con el mundo de los ordenadores. Voy al gimnasio, estudio inglés, voy a logopedia... Termino el curso. Decido continuar. 

Foto del CRMF

Empiezo el curso de Diseño Gráfico. Ya me acuesto, me lavo y como sin ayuda, Incluso he “salido” de marcha alguna noche... Es increíble, pero todo va viento en popa... El concepto que tenía de la vida comienza a cambiar. Recibo su visita. No sé cómo (bueno, sí lo sé) se ha enterado de donde puede “localizarme”. 

Foto de una pareja a punto de besarse

Ha venido a verme a casa. Ya prácticamente la había olvidado, pero allí estaba ella... Es preciosa... Saca la “pistola” de su boca. La mira fijamente... Baja a verme varios días. Tomamos algo en la cafetería, charlamos, nos reímos, nos hacemos confesiones... Empiezo a pensar seriamente en cambiar mi vida... Trabajar, ganar algún dinero, quizás para “independizarme”. 

Me encuentro con una difícil situación. Aunque estoy preparado, tengo las ganas, tengo los conocimientos, estoy dispuesto a “sacrificarme”, no puedo ir a trabajar, porque no existen unos transportes públicos apropiados para que pueda trasladarme. Esto me desanima en gran medida. He mirado los pisos. Los “adaptados” son escasos y caros para mi economía. No puedo “integrarme”. Ahora está verdaderamente enfadado. Recordar esto le ha hecho enfadar. Vuelve a introducir el cañón de la AMSTRAD en su boca.

En Septiembre pierdo el rastro de mi “amiga”. Me ha confesado que se ha echado novio. Pienso que para mí es difícil competir con un chico “normal”. Aún así, la llevo dentro del corazón... Termino el curso de diseño. Empiezo MULTIMEDIA. En Marzo vuelvo a tener noticias de ella. Ha bajado a “visitarme”. Hemos salido a tomar “algo”. A la semana vuelve, Me llama por teléfono. Quiere quedar conmigo, que salgamos otra vez. Aunque directamente no me lo ha confesado, creo que las “relaciones” con el otro chico no han ido muy bien...

Saca el cañón de su boca. Mira la pistola. Sonríe. Recuerda los momentos vividos y se ríe. Ahora no se siente bien. Duda. Es cierto que ha pasado por malos momentos, pero la vida se le plantea diferente. Es cierto que quizás sea muy difícil encontrar un puesto de trabajo, un hogar, un sitio donde pueda divertirse, pero con ella a su lado se ve capaz de afrontarlo todo. Necesitaba un empujón, y ella involuntariamente se lo ha dado...

“Amigos”, creo que me lo he pensado mejor. No pienso suicidarme. Siento decepcionaros, pero me lo he pensado mejor, Lo malo del suicidio es que si te gusta, no lo puedes volver a repetir. Y yo cómo siempre he sido un vicioso... Me alegro de haberos conocido. Ahora creo que con vuestra colaboración, he aprendido a distinguir entre “conocidos” y amigos. Vosotros siempre habéis sido “conocidos”. Siento profundamente haberos considerado alguna vez como “amigos”. Es un hecho que os prometo no se volverá a repetir. Cuando leáis esta carta, seguiré “vivito y coleando”. Siento profundamente haberos molestado. Sed felices. Por mi parte yo procuraré serlo. Un abrazo del que equivocadamente os considero “amigos”...

Jose Luis Perales Martínez

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